Hace unos días que volví a Brasilia, la encontré fría y seca. Solo ahora me estoy habituando nuevamente a esta rutina de la Universidad y no me dio tiempo aún de dar un paseo por la cuadra, sin embargo, yendo al supermercado pude saludar a mis amigas las lechuzas que estaban allí, firmes en su tronco favorito, y también pude avistarlas como siempre desde mi ventana, solo que no conseguía tiempo para ir a visitarlas. Esta mañana desperté con ganas de saludarlas y cuando miro hacia su árbol pude ver que el tronco donde ellas vivían se había ido, fue cortado por alguien que también cortó la vida de esas lechuzas y cortó mi amistad con ellas. Sentí una sensación extraña de desespero e impotencia que me llenó de una tristeza interminable. Donde habrán ido?, se habrán alejado lo suficiente como para no saber más de ellas?, fueron arrebatadas de mi día a día, de la posibilidad de saber de ellas y la conexión que había creado con ese mundo que para mí sigue siendo mucho más habitable que este mundo abominable de humanos que habitamos.